Con el alborear salieron
los siervos a vendimiar
para llevarle al señor
los frutos de su parral.
Por las hileras racimos
ya se meten a buscar:
recogen con alegría
lo que la tierra les da.
Cuando llega el mediodía
se sientan a descansar
mientras comen, muy contentos,
conversando sin parar.
Concluido aquel suyo almuerzo
si exquisito algo frugal
en acequias de la quinta el
sol los hizo dormitar.
Para seguir a la tarde
-no se vayan a insolar-
mojan la gorra en el agua
vendimiando vendivan.
Y hasta las siete el tacho
por hileras viene y va,
llena su panza de uva,
los hombros hace cansar.
A la noche viene el sueño,
los siervos a descansar.
Agotados, mas contentos
de llevar a casa el pan.
Porque un señor generoso
le premia el esforzar
con moneditas de oro
al que bien sabe tachear.
Romance de los vendimiadores
About Me
Soy Franco Marín,
escritor y corrector de estilo.
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